Cartas de los Lectores No. 400 - Nov. 9 de 2015

EL CARTEL DE LOS PREMIOS. En nota del 23 de octubre, aparecida en el diario El Tiempo, se da como ganadora del Premio de Poesía Casa Silva 2015 a: Michelle Alexandra Rincón Cardona, con el poema “Constructor de ciudades”. Sin embargo la autora de este poema plagiado por Michelle, invadió la redes con la denuncia, demostrando la autoría del texto robado y al encumbrado jurado no le quedó otro camino que despojarla del premio y otorgarlo al ganador del segundo puesto.
Lo insólito es que la concursante colombiana no sólo hizo parte del “jurado pre-seleccionador” (absurdo porque coló su plagio entre los finalistas), sino que además es asistente de uno de los Jurados definitivos del Concurso, el señor Juan Gustavo Cobo Borda). Ahora sí estoy en total acuerdo con la carta publicada en su periódico, pues el Cartel de los Premios va a terminar matando toda la literatura colombiana, donde se encuentran verdaderas voces ocultas estigmatizadas o ninguneadas, por no pertenecer a las roscas tradicionales. Que se acaben los premios, como lo propone Con-Fabulación. ¡Sí señores, que se acaben! Juan Camilo Velandia
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EL ÚLTIMO FALLO FALLIDO DE LOS PREMIOS LITERARIOS. Desastroso el resultado del Premio de Poesía la Casa Silva 2015, donde otra vez se evidencia lo denunciado por su periódico sobre las anomalías insalvables de los concursos. En esta última versión de la Casa Silva tuvieron que despojar del Primer Premio a la ganadora, tal como ocurrió en el concurso de Idartes. ¿No es hora de que eliminen los concursos de Poesía como lo sugirió Con-Fabulación? Pues la poesía es y ha sido siempre de los derrotados y no de los vencedores. Ana María Luque, profesora de Literatura 
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OPERACIÓN RATONERA. Ahora que se conocieron tres telegramas de las fuerzas militares dirigidos al gobierno de Betancur donde se informa que el M19 iba a tomar el Palacio de Justicia en 1985, y que entonces el ejército decidió preparar la Operación Ratonera para eliminar no sólo a los integrantes del grupo guerrillero sino a los magistrados que los estaban investigando por masacres, dos pájaros de un solo tiro, volvió a salir a la palestra la siniestra mentira del ex presidente Uribe quien acusó al M19 de recibir dinero de Pablo Escobar para la mencionada toma, otra despreciable falacia que intenta tergiversar nuestra historia. La mentira de Uribe se fundamenta en que a Escobar le interesaba quemar los expedientes, pero cualquier persona que ha pasado por primer semestre de Derecho sabe que los expedientes tienen tres copias, de las cuales solo una permanece allí. La vileza del ejército en la llamada retoma no tiene nombre. A los dirigentes del M19 se le acusa de ingenuidad estratégica, lo que de alguna manera es cierto, pues su ingenuidad fue no haberse dado cuenta de que Colombia era regida por asesinos, atrincherados en un gobierno que hablaba de paz (siendo ese su lema), que además reconoció la responsabilidad de “todos los actos ocurridos en el palacio” en un discurso televisivo, y en las fuerzas militares que sacaron a las personas vivas del Palacio para ultimarlas en el Cantón Norte. Colombia salió de la Ratonera urdida por Betancur a la Ratonera urdida por los engaños de Uribe. ¡Que desgracia! María Fernanda Soto, politóloga 
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PASOLINI. Gracias a la pluma del poeta argentino Rodolfo Alonso, fue gratificante recorrer algunos momentos cumbres de la vida de Pier Paolo Pasolini, un verdadero deleite para los seguidores de sus obras y de su aporte al cine arte universal. Lástima que dadas las características, del apasionado genio italiano, el articulista no se hubiera extendido más en su texto. ¡Bello poema de Pasolini!  Anamaría Fuentes Ortiz.
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DEL MAYOR INTERÉS. Confabulados, como siempre soy uno de sus primeros y más fervientes lectores. Me fascinaron los apuntes de Ricardo Cuéllar Valencia, sobre afinidades y diferencias de Neruda y Huidobro, así como de Borges y Paz. Los estudiosos de la literatura, deben tener como punto de referencia este tipo de documentos, que son fundamentales en los espacios de la creación. Ricardo Elías Dávila Gómez

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